SOBRE BREVES DEFINICIONES Y OTROS DELIRIOS DEL TIEMPO /POR RAMÓN ELÍAS LAFFITA Y EDELMIS ANOCETO VEGA
PRÓLOGO El reloj como timón o eje de partida Q uien escribe, sabe que no existe verdad más lógica que el tiempo. El tiempo es una especie de transfiguración, de total escapada. Cuando pasa, no retrocede, es irreversible. Parafraseando a Heráclito, es como el río que, cuando vuelve y te baña por segunda vez, sus aguas no serán las mismas. El tiempo, que nos marca irremediablemente con sus espuelas e ijares, también es una corona de oro, quien llega al final del camino, quien lo desafía, ha ganado en parte su misión: permanecer. Algo muy destacable en este poemario, Breves definiciones y otros delirios del tiempo , de Fernando Lobaina Quiala —Guantánamo, Cuba, 1963— , es que le otorga un sentido de permanencia a la palabra, al ser, a través de la crítica y la denuncia a problemáticas y condiciones que tratan o buscan silenciar lo que puede o no agobiar al hombre, principalmente la condición de libertad, tan violada y, a