UNA POESíA CERCANA A LA REALIDAD DEL AMOR / Por Odalys Interián
Una poesía cercana a la realidad del
amor.
En Huellas
tras la lluvia encontramos esos mundos de la poesía tan frecuentados: amor
y desamor, tiempo y vida, dolor y muerte. La poesía con sus tramos de luz y
sombra, con sus dolores o sus felicidades.
La preeminencia del yo para acompañar esa abstracción introspectiva del
que escribe, y donde no faltará el tono angustioso o melancólico de quien está
herido y se expone, de quien encuentra en las palabras ese impulso para llegar
a la trascendencia o para alcanzar la plenitud anhelada. De Germán he dicho en
prólogos anteriores que encontramos ese diálogo donde la poesía es una
eternidad inexplicable y única, donde el poeta celebra y se descubre. La poesía
que intenta descifrar la vida nos interesa, nos interesa el asombro de esa
mirada, la pulsación auténtica que recoge el acontecer, que nos enfrenta a
nosotros mismos y a nuestra verdad. La poesía guarda toda esa energía necesaria
para revelar el mundo, y revelarnos, y así como describe la belleza, también
revelará ese dolor nuestro de cada día.
Para Germán la
poesía es el merecimiento de los seres que no se dan por vencidos, que jamás
renuncian. Escribe poesía porque quiere tener otra visión de la realidad y de
la existencia y porque le da esa libertad íntima, esencial, conciliadora.
Escribe para olvidar el horror, tanta catástrofe cotidiana, el abandono que
hiere y las distancias. La poesía es el reino de la permanencia, encontraremos
siempre en ella amor, aunque hable de la muerte y nos enfrente a la ausencia y
a toda esa miseria que es la vida como la conocemos hoy.
La poesía que
nos acerca a la realidad del amor siempre nos motiva. Porque no hay desgracia
peor que no saber amar. Ni infierno peor que vivir ignorando este sentimiento.
“Supe que ser amado no es nada, que amar, sin embargo, lo es todo”. Para Herman
Hesse, lo que importa es amar, ni siquiera importa el hecho de ser amado. Para
muchos, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en
amar, no se centran en la propia capacidad de amar. Sentir el amor para Germán
Rizo es el privilegio que le permite escribir, es un camino, el mejor que
encuentra para narrar su experiencia poética. Como si calara hondamente en él,
aquella frase de San Juan de la Cruz: Donde no hay amor, poned, amor, y
encontraréis amor. Esta es la intención que quiere materializar en este
libro. Poner amor para encontrarlo en todas partes, para que sume nuestra vida,
para que duela menos la existencia. Proponer para hallar, dar, siempre dar,
para encontrar. Si para Octavio Paz el amor era juego y era una creación perpetua,
un estado de reunión y participación abierta, para este poeta también mexicano,
el amor lo explica todo o casi todo, es la chispa redentora, la motivación que
encuentra para resistir y continuar. Huellas busca unir la poesía a la
feroz realidad del amor. Aquí la poesía construye su paraíso alejado de la
muerte, no hay límites en él, se extenderá más allá del lenguaje y del tiempo
creado.
La lluvia es la
sombra de anoche —nos dice—, y con estos versos de apertura nos
condiciona. La lluvia es el ruido de siempre…Hay un pedazo de lluvia sobre
las siluetas /un latido cayendo hasta el llanto. De latidos y presencias,
de nostalgias, de muchas nostalgias y demasiada lluvia van llenos estos versos.
La lluvia siempre estará en la poesía de Germán como un elemento legible, el
agua retornando siempre a sus poemas, el agua con todas sus connotaciones, el
leve tránsito del agua, que es movimiento, empuje, fuerza, vida. Y hay lluvias y hay silencios y hay siempre
esa necesidad de comunión, como si el poeta pretendiera que esas imágenes
salvadas del paisaje lo llevarán a recuperar la realidad amorosa. El amor que
se oculta, el inalcanzable amor.
Hay
soledades en la lluvia
silencios
destejiendo lunas
en
el barro.
Hay
súplicas
un
estruendo de amor
la
sangre enjaulada
haciendo
signos en la oscuridad.
Hay
un enjambre renacido
en
lo siniestro
una
promesa enfurecida
un
rostro sitiado
el
arrebato infernal
hurgando
en las miradas.
En Huellas
encontramos la expresión del amor como la fuerza vivificante. El poeta insiste
en sus vivencias, estará fijando nostalgias, reedificando su mundo, plasmando
abrumadoramente la soledad íntima, el desamparo del hombre. En esta lírica de desahogo y de ahondamientos,
se vuelve un motivo reiterado el ansia de encontrar la felicidad, la entrañable
compañía de un cuerpo. Para el poeta, el amor es la prueba viva de la
inmortalidad, por eso prosigue en esa búsqueda febril interminable. El amor
lo aprendimos a oscuras —nos dice—, y aprendimos a recorrer /el fervor
hechizado simulando despedidas…
Amamos lo que
no conocemos, lo ya perdido —diría Borges—; pero ¿podemos amar lo que nos ignora?
Podemos, parece decirnos el que escribe, quien, aunque reconoce la fuerza
unitiva del amor real, también sabe que el amor es ausencia, inmovilidad,
silencio, un absurdo. El signo de la conciencia del imposible atormentará al
poeta, en estas páginas escuchamos ese desaliento enmascarado, el miedo que
alberga en sus circunstancias inmediatas, la resignación angustiosa de quien
acepta lo que pudo haber sido y nunca fue. Amar es aquí un absoluto, la palabra
reveladora estará más allá de los conflictos esenciales del hombre,
encontraremos esa lucha entre el yo y la realidad, el yo en diálogo con la vida
en esos momentos de incertidumbre esencial, de adentramiento hacia sí mismo.
Los poemas de este libro insisten en las mismas emociones y sensaciones de sus
libros anteriores. Toda su obra refleja con total claridad las preocupaciones,
la angustia existencial, el diálogo amoroso, sus versos son testimonio de una
verdad, recogen la expectación anhelante, la urgencia por encontrar ese algo
que no alcanza, ese alguien que siempre está yéndose. Grito, anhelo,
desesperación, impregnan las palabras que conforman este volumen. Sensualidad y erotismo acompañan esa
conjunción naturaleza-mujer que serán los temas centrales de la poesía de Germán.
Versos donde sentimos algunas resonancias de la poesía de Neruda, algunas
similitudes con la poesía de Paul Eluard o del propio Huidobro. La devoción a
esa deidad terrenal subyugante donde se recluye, —gustoso y complacido— porque
le otorga renovadas fuerzas y la energía necesaria para afrontar los desafíos
de la cotidianidad.
Escribe para
ese alguien que sospecha estará leyéndolo, y seguirá en el ardor de sus
confesiones: Silénciame y destaza esta muerte. /su discurso extraviado
/armonía nacida /sobre la ceguera de un pájaro… Arroja palabras a la ansiedad…
/Y zumbas /tacto doliente /del amor. /Desolada /en la luz que levanta /la
mísera tarde.
Huellas nos habla de
una identidad desconocida, —desconocida para el lector— una presencia que viene
con la lluvia, o es evocada por ella. Una mujer que deslumbra entre soles, que
se sublima en el verso como si no existiera, la mujer como: impasible
luciérnaga abriendo las cuerdas del caos…Torre sosteniendo la agonía de la luz…
Toda su poesía se vuelve un canto de veneración a esa mujer cuya identidad no
revela del todo. La mujer enigma, la mujer sin nombre, la mujer silencio, hija
de la noche, cuyo cuerpo es tierra y cielo; pero es también un aire escondido
en el vuelo de las gaviotas, la Eva figurativa: carne de mi carne y hueso de
mis huesos… o la hermana, novia mía sin defecto, de El Cantar de los
cantares. La mujer tormentosa, donde
se funde caos y ternura, y en cuyos ojos se puede ver el mundo. Es polisémica,
plural y diversa en sus evocaciones o invocaciones donde pueden vivir todas las
mujeres de la poesía, todo ese pueblo de mujeres: las que escriben, las que
lee, las que admira, esas voces vivas que le sirven de motivación y que
encuentra en la literatura… Alejandra, Sylvia, Emily, Rosario, Istarú,
Clariondentre, Olga Orozco, Edith Sodergran, entre otras, muchas otras.
Que
acertadamente diría Juan Gelman: porque el amor es una cosa y la palabra
amor es otra cosa/ y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran…pero el alma
qué puede explicar… Los poetas sienten a veces que se le vuelve
incomunicable el sentimiento, que las palabras no alcanzan para expresarlo.
Algunos insisten en la naturaleza frágil que puede tener, en las
significaciones que conlleva para el alma sentirlo a profundidad y sentir
entonces la desesperanza de la incomunicación. Aquí escuchamos el arrullo
sereno de esta poesía, que va también llena de asombro y deslumbramiento… Adorno
la soledad /que se adelgaza en el grito /y la quietud de los pájaros…/Enciendo
la oscuridad /las raíces que nadie silencia/ el aroma ignorado en el papel.
/Aún las sombras son mías /reconozco las llamas que hieren el llanto.
Cuando
producimos poesía decía Gottlfried Benn: No se observa solo la poesía, sino
también uno mismo. En estas páginas el autor nos declara su propio
pensamiento; pero también estará contenida la resignación del que escribe y su
actitud reflexiva. Contemplar, contemplarse supone más que una definición de
soledad en este libro. La poesía que respira aquí va más allá del poeta y sus
carencias. Cicatrices en mi sangre /fluyen por este cuerpo huérfano
/deshojando el quejido cotidiano…Me despoja la lluvia /el ruido que carcome
/los frutos /hilados del hambre… En la poesía de Rizo siempre estará la
evocación latente, el recuerdo que lastima: Todo se disfraza de veneno,
/estremece lo trágico de las despedidas. Hay momentos en que el poeta no
parece reponerse a un profundo pesimismo: Sobre este papel /un tajo
/enmudece las palabras /entre tonos suicidas… Porque hay cosas de las que no te salvas, de
las que no puedes escapar, ni siquiera en la poesía, hay cosas que siempre van
a rondarte como un lazo corredizo, o como un hacha afilada. Hay cosas de las
que no puedes escapar, como tampoco de esas palabras que vienen por ti y
siempre te encuentran. Hay que indagar la vida, frecuentar el alma con esas
visitaciones de la belleza, o con esas exaltaciones del espíritu.
Esta noche mis
manos inventan /el vicio de la última ronda /descubro la sombra que tizna
/entre escombros el polvo /del poema.
Poesía clara,
vigorosa, esencial que lleva en la imagen su fuerza avasalladora: No hay
pañuelos /para secar tanta oscuridad /mientras pronuncio una lágrima /las
piedras ordenan esta monotonía /de pasiones indómitas. Confesar,
confesarse, siempre estarán esas líneas que nos revelan el mundo de sensaciones
y búsquedas del poeta. Asombran la sutileza en que discurren algunas imágenes,
sin estridencias, sin afeites superfluos. El drama sin cursilerías: Morir
/para llegar al silencio de Dios /a la deformidad de su esperanza. Con limpidez
escribe versos que van cargados de una tristísima ironía: Me burlo de los días
que sangran… Me habita el olvido para salvarme…
Una poesía que
en ocasiones discurre dócil, y en otras con un ritmo intenso y vehemente casi
alucinante:
Eres
tierra origen de mi sangre
en
el quejido del atardecer.
Silenciosa
cuando
la lluvia olvida
la
silueta de los pájaros
y
tiende en la raíz de tu mano
un
concierto de visiones y palabras.
Para Germán
Rizo la escritura justifica la existencia. Nos lo ha dicho así, creyéndolo: la
poesía salva, la poesía como un fruto abierto, el lugar de las revelaciones,
ese refugio de luz y fuego. Y el amor como el mayor de los milagros, como esa
dádiva ofrecida que nos devuelve la esperanza.
Juntémonos en ese goce único y perpetuo de la poesía que celebra la
vida. En ella no hay muerte solo hay amor, porque en ella polvo somos, sí, pero
polvo enamorado.
Por Odalys Interián
Odalys Interián Guerra (La Habana, 1968), poeta, y narradora cubana residente en Miami, dirige la editorial Dos Islas. Tiene publicado una veintena de libros entre ellos: Respiro invariable Salmo y Blues, Sin que te brille Dios, Esta palabra mía que tú ordenas, Atráeme contigo, Acercamiento a la poesía, Nos va a nombrar ahora la Nostalgia, Donde pondrá la muerte su mirada, Te mueres, se mueren, nos morimos, Un gorjeo de piedra para el pájaro ciego. Su obra poética y narrativa ha aparecido en revistas y antologías de varios países. Premio Internacional ‘Francisco de Aldana’ de Poesía en Lengua Castellana, Italia 2018. Premio en el concurso Dulce María Loynaz, Miami 2018, en la categoría Exilio.
Excelente comentario, Odalys. Leerlo significa un hermoso y muy inteligente acercamiento a la poesía de Germán Rizo, que se agradece.
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