ENTRANDO EN EL FLUJO DE LO REAL /Por Roberto Manzano


 ENTRANDO EN EL FLUJO DE LO REAL

 

La poesía de Valentín Enrique García es hija de la naturaleza y las circunstancias. Por una parte el temperamento apasionado y reflexivo que lo caracteriza y por otra la rica sensibilidad educada bajo el continuo ejercicio de la lectura, lo inclinan favorablemente al apotegma y la ficción, a la elaboración subjetiva de la realidad. El segmento histórico que ha vivido, complejo, saturado de encontrados acontecimientos, ha sometido su condición humana a grandes pruebas, que han modelado definitivamente su carácter y visión del mundo. De costados tan vigorosos, decisivos en la configuración de una mentalidad, nace su poesía, situacional y espontánea, de raigal vocación humanista.

Autodidacta, con un hambre pantagruélica por aprender, amante de la perfección, pero también de las improntas que no demandan pulimento, proclive al examen de ambientes, al análisis de las acciones de los sujetos, según una veta narrativa que cultiva con asiduidad, al plasmar sus piezas líricas no se deshace de lo épico, aunque discurra por caminos de carácter emotivo. Su poesía contiene regularmente una anécdota, una situación provocadora, aunque sea en el sustrato, y el sujeto medita intensamente como un modo de capturar el flujo de la circunstancia, a veces dilemática, y en ocasiones generadora de pareceres o posiciones de mucho interés personal. Lo intelectivo rige lo sensorial, presente también con vigor en la textura de lo expresado. Pero la poesía es en su mirada más un acto de aprehensión que de disfrute del mundo, un catalejo para auscultar el entorno, una brújula para orientarse hacia la armonía que aún late posible dentro del caos desgarrador. De esta conducta emana la idea de que la poesía es ademán de socorro íntimo, de redención invisible.

No espere el lector el regodeo compositivo, la fantasía arquitectónica de las piezas, la minuciosidad orquestal en que otros poetas tanto se detienen: sus poemas acogen los ejes rítmicos, y se distribuyen sobre rieles silábicos; pero atienden en primer término al eslaboneo de las ideas, a la intensidad de un pensamiento cuya coherencia y limpieza se trabaja con cierta delectación. Ventanas para calibrar actitudes y tramas de la realidad, sus poemas se abrevian o prolongan según su carácter espoleador, su capacidad de resonancia en lo ético, su calado en nuestra esforzada espiritualidad. Inmersos en una época donde la sensibilidad cavila, urgida por la sobrevivencia, sus poemas nos colocan en el vórtice de semejante afán, como el ejercicio que realiza la ilusión para dominar la irracionalidad que nos absorbe y anquilosa. El lector ha de acompañar al poeta en tal tarea, tal como lo solicita cada poema, mirando dentro de sí mismo bajo el impulso hacia la introspección que genera la lectura. La poesía de Valentín Enrique García está concebida para la cocreación, para la solidaridad profunda de lo que germina en la vivencia recíproca, y para el examen sensible del flujo de lo real.
 

Roberto Manzano

Biografía

Roberto Francisco Manzano Díaz nace el 20 de septiembre de 1949, en la ciudad de Ciego de Ávila, Cuba, antigua provincia de Camagüey. Hijo de campesinos pobres. Cursó estudios primarios en una escuela pública primero y luego en una privada. A los 12 años obtiene una beca de estudios secundarios en las montañas de la Sierra Maestra para ejercer el magisterio. Más tarde, seguirá su formación como maestro en Topes de Collantes en las montañas del Escambray, Cuba, durante dos años. Se incorpora en Ciego de Ávila a lo que se conoce como movimiento de talleres literarios en 1970. En 1978 se traslada a la Isla de la Juventud, donde permanece hasta 1980. Ese año se establece en la vecina provincia de Camagüey donde fundará su familia. Obtiene la Licenciatura en Educación en 1988 y el título de máster en Cultura Latinoamericana en 1999. Durante veintiocho años trabajó como profesor de literatura en varios centros educacionales cubanos de todos los niveles. A principios de este siglo se traslada a La Habana donde reside hasta hoy. Ha sido editor –Editorial Ácana, Editorial Extramuros, Centro Provincial del Libro y la Literatura en La Habana, revista Amnios- y profesor adjunto de la Universidad de La Habana. Ha coordinado y participado en numerosas actividades de promoción cultural y talleres literarios.

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