LA VERDADERA PATRIA DEL HOMBRE POR LILLIAM MORO
PRESENTACION DEL LIBRO: NOS VA A NOMBRAR AHORA LA NOSTALGIA Y POESIA PARA EL UNICO DIA NUESTRO, DE LA POETA ODALYS INTERIAN
LA VERDADERA PATRIA DEL HOMBRE
A pesar de vivir geográficamente cerca —Odalys en
Hialeah y yo en la Pequeña Habana— supe de su existencia a través de Italia,
como jurado del Premio de Poesía en Lengua Castellana “Francisco de Aldana”,
convocado por el Círculo Literario Napolitano, que en su tercera edición otorgó
el galardón a su poemario Nos va a nombrar ahora la nostalgia. Fue un concurso
muy reñido por la calidad de la obra de los participantes.
Tenía ante mí un testimonio del desarraigo, con alguna
que otra mención directa como el poema “La palabra isla”, o esta estrofa
explícita: Isla pródiga intocable /una larga cicatriz sobre el ayer
/diseñándonos la ruta /y las memorias. Pero sobre todo un cierto hálito de
derrumbe interior, como este verso exento de recurso retórico: Todo me fue
robado, me hizo sospechar que se trataba de una poeta cubana, pero la sorpresa
fue saber, al abrir la plica, que la autora incluso compartía el mismo
territorio en el que yo vivía. Y hoy me toca presentar ese poemario que tanto
conozco, pero también Poesía para el único día nuestro, Premio “Dulce María
Loynaz” 2018 en la categoría de Exilio, así que prefiero hablar de la poética
de Odalys Interián en general.
El común denominador de ambas obras es ese sentimiento
omnipresente y desgarrador que llamamos “nostalgia”, proveniente del latín a
través del griego nóstos (regreso) y algia (dolor), y que el Diccionario de la
Real Academia define con estas dos acepciones:
f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos
o amigos.
f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de
una dicha perdida.
Sin embargo, estas no son definiciones absolutas para
nosotros porque en la actualidad se puede visitar el país natal, y por otro
lado, cuando emigramos, lo hicimos porque nos resultaba insoportable vivir en
nuestra patria. Creo que estas definiciones son más propias del sentimiento de
“destierro”, aunque indirecto, es decir, el régimen no nos desterró
directamente, sino que provocó que nos desterráramos por elección propia para
poder sobrevivir, y por ética. Tratamos de recordar los aspectos felices de
nuestro pasado, pero no queremos olvidar lo horrible que nos llevó a tomar la
decisión de emigrar. Como dice la poeta: Y no me callaré/si existe una metralla
sobre los hijos /
si se desangra el sol en la tierra de todos.
En nuestro caso, qué significa el sentimiento de
nostalgia. Entonces recuerdo a la filósofa española María Zambrano, que se
exilió al terminar la Guerra Civil Española y lo expresa en esta escueta frase:
“ese estilo de vida que nos han quitado.”
En realidad, no perdimos un paraíso idílico sino
nuestras referencias biográficas, nuestra zona de confort interior, emocional.
Y entonces, partiendo de cero, por el instinto de sobrevivencia, intentamos
escribir una nueva historia de nuestra vida. Sin embargo, a pesar de los buenos
propósitos, nos dice la poeta: Aquí también se muere sin morirse.
Pero ese duplicado vivencial puede convertirse en una
lucha entre Eros y Tánatos: Habrá que morirse /en un tramo tranquilo lejos de
la sal /Inventarse el olvido y otra memoria. Creo que la nostalgia es una
muerte crónica, como ella lo expresa en este verso: Contemplé mi hundimiento.
No es que se viva en el pasado, es que se vive fuera del tiempo, en el continuo
paréntesis de la insatisfacción, en la huida de sí mismo, o en palabras de
Odalys: Seguir huyendo hacia ningún final. Para ella: Ahora el futuro es una
pregunta /una brizna de polen sobre el abismo.
Cuando se estaba en Cuba se tenía la sensación de
estar rodeados por fronteras de agua, pero cuando se está fuera podemos convertirnos
nosotros mismos en una isla, es decir, en un fragmento de vida flotando a la
deriva de la historia. En esta poeta la patria lejana no es idealización sino
impotencia: Dime señor / qué palabra le daremos al odio /con qué palabra se
canta la nostalgia.
Sin embargo, sería muy parcial e injusto limitar la
poética de Odalys Interián a una retórica de la nostalgia, porque su esencia es
más abarcadora. Su obra va más allá de ese sentimiento de pérdida raigal,
cultural, que también puede ser un subterfugio, la parálisis mórbida del tiempo
detenido. En esta poeta la noción de nostalgia es trascendida porque está
enmarcada dentro de los predios de Tánatos, el dios de la mitología griega que
personifica la muerte no violenta, y que yo prefiero ampliar al estado de la
muerte en vida, lo cual supera la inmediatez de la añoranza edulcorada por la
melancolía. La esencia de la poesía de Interián expresa, asimismo, la búsqueda
angustiosa de una respuesta a una pregunta que no formula explícitamente en sus
versos, pero que está latente en toda su obra: ese paraíso perdido que todos
los seres humanos compartimos en nuestro inconsciente colectivo y que no se
limita a un país, a la infancia o la familia, sino a una perdida primigenia que
es la esencia del sentimiento trágico de la vida.
Su poesía no solo se estructura con metáforas que
maneja con destreza, sino también con la fuerza de las referencias inmediatas,
como en estos versos: el aroma erguido del café /aplastando la tarde, que
inevitablemente nos recuerdan. En la Calzada de Jesús del Monte, de Eliseo
Diego, pero en conjunción con la dolorosa pasión de César Vallejo, a quien
dedica un poema.
Creo que Hernán Cortés, cuando arribó a las costas de México para iniciar su conquista, hizo bien en quemar las naves para que no hubiera la posibilidad de un regreso. Porque o se queman las naves o corremos el riesgo de convertirnos en estatuas de sal como la mujer de Lot por mirar hacia atrás.
Lilliam Moro nació en La Habana el 8 de marzo de 1946. Estudió Magisterio (Instituto Pedagógico Makarenko) y Letras y Artes (Universidad de La Habana). En 1965 obtuvo el Primer Premio de Poesía con El extranjero en concurso celebrado entre las universidades de la isla. Perteneció al grupo de Ediciones El Puente y trabajó como profesora de literatura de preuniversitario. Sus críticas literarias y poemas se publicaron en la prensa periódica cubana. En abril de 1970 sale de Cuba hacia España donde vivió más cuarenta años, dedicándose a la edición y las artes gráficas. Ha realizado ediciones críticas-didácticas de clásicos de la literatura en lengua castellana, como Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes (1977); El Lazarillo de Tormes, Anónimo (1977); La Celestina, de Fernando de Rojas; El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina (1977); La vida es sueño, de Calderón de la Barca (1977); Peribáñez y el Comendador de Ocaña, de Lope de Vega (1977); La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón (1977); Poema del Cid, Anónimo (1977); Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes (2002), entre otras. En 2011 se traslada a Miami (EE.UU). Como escritora la obra de Lilliam Moro comprende los poemarios: La cara de la guerra (Madrid, 1972), Poemas del 42 (Madrid, 1989), Cuaderno de La Habana (Madrid, 2005), Obra poética casi completa (Miami, 2013), Contracorriente, ganadora del prestigioso Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” (Salamanca, 2017), El silencio y la furia (Miami, 2017), Tabla de Salvación y Viaje hacia el horror (Madrid, Editorial Betania 2018), así como la novela En la boca del lobo galardonada con el Premio de Novela “Villanueva del Pardillo” (Madrid, 2004) por unanimidad del jurado. Esta novela fue tema de estudio durante dos cursos en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla. También es autora de numerosos artículos de crítica literaria. Lilliam Moro falleció en su residencia de Miami a las 5 de la madrugada del 14 de marzo de 2020, unos días antes fueron publicadas sus últimas obras: el poemario Ese olor a después y su segunda novela Las reencarnaciones de Mamá Inés, actualmente disponibles en Amazon.
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