TIRANDO ESTRELLAS FUERA DE LA OSCURIDAD por José Hugo Fernández, Miami, mayo de 2022.
TIRANDO
ESTRELLAS FUERA DE LA OSCURIDAD
En algún sitio
entre el cerebro y los dedos se me quedaron las palabras, atarugadas, vueltas
gotas de silencio a través del silencio (que diría Beckett), luego de haber
leído La hora inhabitable, nuevo poemario de Odalys Interián. Tal vez se
debió a la constatación de su capacidad para reflorecer en cada obra. Cuando
creímos que había alcanzado el vértice, por lo que su reto consistiría en
mantener ese nivel ya de por sí excepcional, aparece este libro con hálito
electrizante y con una organicidad que rompe moldes de la poética al uso en
nuestros días.
Porque no se
trata de otra de esas colecciones de impecables poemas con que los lectores de
Odalys nos sentiríamos suficientemente retribuidos. Es algo distinto. Así que
la retribución resulta doble. En rigor, podría decirse que el poemario consta
de un solo poema, suerte de macrotexto configurado por conjuntos de versos que
se trenzan sin perder su autonomía y a la vez sin provocar disonancias ni
cualquier otro tipo de desequilibrios, sean de contenido o estructura, ya que
prevalece la búsqueda de homogeneidad como base de una sólida distinción.
¿De qué sirve
tirar estrellas fuera de la oscuridad?, se pregunta la poeta en versos de La
hora inhabitable. Y quizá la respuesta esté en el propio libro, en cuánto de extraordinaria
potencia hay en el ingenio que labró cada detalle de su creación y de su
disposición espacial, en la plasticidad con que han sido armoniosamente
ordenados asuntos como la muerte, el amor, Dios, el desengaño, la angustia
existencial, el bien y el mal, los sueños develadores, la fe, el miedo… todos
dispuestos de manera que actúen en enjambre de piezas poéticas que son como
estrellas escapadas de su telón de sombras para alumbrar, desde la luz misma,
nuestros desasosiegos.
Las Elegías de
Duino se deslizan con un cierto recato por las entretelas de estos versos.
Mientras que menos recatadamente discurre el ángel rilkiano, asumido por Odalys
desde una perspectiva propia, por más que su recreación en ambos casos refleje
igual actitud crítica frente a las miserias humanas y a las reales
restricciones de lo que identificamos como realidad. Rilke, en fin, es aquí
mucho más que un elegante signo de interrogación en el margen de la historia,
como alguna vez fue calificado por otro gran poeta contemporáneo. Y por las
entretelas de Rilke se deslizan igualmente Hesiodo, Alcmán, Dante… Así como
también asoma Baudelaire, quien detestó a los románticos porque al crear
poemarios que eran manojos de poemas, habían postergado la antigua tradición
del libro con una sola pieza unitaria.
Otra remisión
que sugiere la estructura de este poemario –la más cercana geográfica y
temporalmente- es la de El canto cósmico, de Ernesto Cardenal, que no
gratuitamente, aunque sí con exagerado entusiasmo, ha sido catalogado como “la
Divina Comedia del siglo XX”. Las exhalaciones visionarias y augurales del
sacerdote nicaragüense se perciben por momentos en La hora inhabitable, aun
cuando las propuestas de ambos poetas resulten distintas y hasta incompatibles,
sobre todo en temas de carácter científico, histórico o religioso. Lo que en
resumidas no es determinante para la poesía, cuya función no consiste en
representar las cosas reales tal y como son, sino en regenerar su sentido desde
una dúctil subjetividad.
Con magisterio análogo
al que exhibe Cardenal en El canto cósmico, las piezas de este nuevo libro de
Odalys transgreden y transforman funciones habituales del discurso poético.
Pero creo que ella sobrepasa el precedente con un lenguaje más dinámico e
incisivo (relámpagos sobre las aguas), y a un ritmo que no permite establecer
distancias entre el verbo y la emoción, pues cada verso brota propulsado por
ese huracán del espíritu que da origen a toda su obra.
José Hugo Fernández, Miami, mayo de 2022.
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