El Punto le dijo a la Coma. GABRIEL VALDOVINOS VÁZQUEZ
El Punto le dijo a la Coma
GABRIEL
VALDOVINOS VÁZQUEZ
Colima,
MEXICO. 1970.
Este texto
forma parte del Libro JUBILEO.
En un inusitado encuentro, el Punto
y la Coma,
antiquísimos amigos, se saludaron efusivamente después de una larga y circunstancial
separación.
¡Hola, diminuto y fino amigo! Como siempre,
luces pulcro, distinguido y refinado. Cuéntame dónde te has ocultado por tanto
tiempo, tu semblante denota que no has visto la luz y tu levita huele a ropero
de abuelita.
Tengo el exclusivo orgullo, contestó con
arrogancia el Punto, de vivir en selectos estantes, dentro de una obra
encuadernada en finas pieles y escrita por distinguidos expertos de diversas
disciplinas de todo el mundo. Es un ensayo ordenado por los más altos
Parlamentos a sociólogos, sicólogos, literatos, artistas, lingüistas, filósofos
y todos los expertos en las ciencias relacionadas con el mundo de las letras,
en el cual se analiza y estigmatiza crudamente a las nuevas generaciones por su
apatía y aversión a la cultura ancestral de nuestras antiguas civilizaciones y
periodos clásicos de las artes.
Muy interesante, comenta distraídamente la Coma,
mientras sacude una telaraña de la solapa de su altanero amigo; debe ser una
obra muy consultada y por todos codiciada.
No lo es tanto, suspiró con resignación el Punto;
a decir verdad, ni los propios autores la han leído completa. Por el contrario,
a ti te veo muy desgastada, parece que llevas un ritmo de vida muy intenso y
ajetreado, querida Coma.
Así es, me rescató del olvido un aprendiz de escritor, que se niega a
aceptar los preceptos de los grandes maestros y desdeña los dogmas de las
reales academias; por considerar que la ortodoxia causa alergias y ocasiona
desbandadas y poca utilidad proporciona a los actuales creadores y consumidores
de nuevas expresiones literarias.
Un escribano
de banqueta que lanzó una carta al viento, y por igual sedujo a una
romántica adolescente que a un subversivo caudillo; inspiró a un joven literato
y a un rústico labriego; aquí evocó un recuerdo, allá despertó una pasión; en
unos provocó un reencuentro, en otros una revolución.
Un artesano
de las letras, que con tinta y celulosa modeló una escultura que
embelesa por igual a la madre que amamanta un niño y al empresario que genera
empleos; que ensalza el esfuerzo del obrero y el callado ahínco de una
enfermera. Que inspira a la maestra que educa, al soldado que defiende y al
ministro que orienta.
Un pintor
de la palabra que roba el
rojo de las violentas notas que esparcen los envenenados diarios, el amarillo
de las tendenciosas mentiras que difunden los gánsteres y mercenarios de la
pluma, el negro intenso con que los economistas nublan nuestro incierto futuro,
y con el fruto de sus hurtos, tiñe un arcoíris de colores que da vida y belleza
a las cotidianas acciones y las múltiples emociones con que se entreteje
nuestra realidad.
Un disruptivo
caudillo que aún cree que la cultura y las letras deben ser
democráticas y estar al alcance de las masas, de todas las edades, de todas las
creencias, de todas las mayorías y de todas las minorías sociales, de las
civilizaciones y tribus urbanas; que las nuevas generaciones no son mejores ni
peores que las de la edad media, simplemente son diferentes y tienen distintas
necesidades y maneras de manifestarse.
Un desparpajado
escribiente, que redacta cuando las musas lo tocan, que escribe un
punto cuando se le acaba el rollo, una coma cuando le falta el aire y puntos
suspensivos cuando se le van las ideas. Que aprende ortografía con sus hijos de
secundaria y provoca la vergüenza en sus rancios maestros de literatura y
redacción.
Este sencillo soliloquio tenía arrobado al
desgarbado Punto, que, sin poderse contener, se lanzó a los brazos de su
efusiva amiga, pidiendo lo aceptara como compañero y consorte para el resto de
su vida; la sensible Coma, sucumbió ante el
desprendimiento y disposición del Punto y aceptó tan sorpresiva
propuesta.
Y desde entonces, el Punto se niega ser el
final de cualquier obra finita y caduca, aspirando siempre a ser el punto y
seguido de historias interminables; mientras, la laboriosa Coma, sigue siendo
siempre esa breve pausa que despierta el deseo y la promesa de la siguiente
entrega.
Semblanza
GABRIEL
VALDOVINOS VÁZQUEZ
Originario
de Tecomán, Colima, un poblado típico de la costa del Pacífico Mexicano, vio la
luz el 12 de septiembre de 1970.
En
esos cálidos ambientes vivió y realizó sus estudios, desempeñándose en el
comercio y el servicio público.
Su
atracción por las letras se manifestó desde temprana edad, aunque sus escritos
no han sido publicados de manera formal.
Ha
escrito cuatro libros de relatos cortos: Jubileo, Destellos, Desafíos y Elogio.
Actualmente
escribe y publica de manera colaborativa en redes sociales relatos cortos y
micro cuentos, los cuales pretenden ser una propuesta para generar en sus
lectores algunos remansos en los que las evocaciones de paisajes, vivencias,
personajes, nostalgias, aspiraciones y sueños equilibren y conforten, ante la
avalancha de realidades y acontecimientos que infestan esos medios y amenazan
con su aplastante dosis de desaliento.
Muy bien gabriel felicidades gracias x compartir un abrazo
ResponderEliminarInteresantes reflexiones, muy ilustrativas. Felicitaciones.
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