EN ESA NADA DE SECRETO INAGOTABLE. ODALYS INTERIAN
En esa nada de secreto inagotable
Transfigurar es un país que amas, el nuevo libro de Mariela Cordero nos llega como un
hálito de frescura en estos tiempos que corren. Poesía que busca la plenitud,
que recoge el tránsito hacia la luminosidad, más allá de la oscuridad
circundante. Podríamos decir que estos poemas son fragmentos de un libro
interior, testimonio del ser ligado a la vida, todo un discurso edificante,
donde disfrutamos de la absoluta intimidad del diálogo y del magistral acabado
de las imágenes. La manera en que su escritura fusiona lo cotidiano y lo
trascendente para llevarnos la mirada hacia los esplendores del entorno, y
hacia la percepción de una realidad profunda desde su cerrado adentro:
estoy en el inicio
del tiempo
en la mitad de la penumbra
en la partícula
de este ocaso
al filo
del derrumbe.
Con un lenguaje transparente, con claras influencias
de la literatura universal, Mariela comparte con Celan el deseo de despojar la
palabra de todo artificio vano, dotándola de concisión, flexibilidad. Poesía
para llegar al conocimiento de sí y de la realidad desde la palabra, la palabra
certera que puede partir la carne en dos amados tajos. La palabra definitiva
que hurga en esa nada de secreto inagotable, que beberá en esos ríos de
símbolos violentos.
Una puerta se ha abierto como flor que esparce lo
piadoso /como un beso que ha lavado la tierra entera /y me engulle exultante y
me transfigura en huésped y morada… somos el alojamiento mutuo. Nada
describiría mejor la relación de comunión de la que escribe con su realidad
poética, el sentido de posesión, la relación de convivencia que establece con
ese “todo” armónico y plural que logra transfigurarla en gozosa heredad. Porque no hay espacios cerrados, ni
territorios estériles en esta poesía, aquí la palabra abre puertas hacia horizontes
de bellezas, cruzados por el aleteo irregular de los pájaros vestidos de noche.
Abre puertas de sobresalto, de silencios, de ternuras, de emoción
entrañable. Sin alumbramientos hirientes
–nos dice– se puede derramar el significado, abrazar lánguidas esperanzas y
acariciar los síntomas de un amor lluvioso y exquisito.
El amor estará colmando el vacío existencial, estará
la realidad inmediata del ser amado como una presencia capaz de despertar un
júbilo redentor y crear un espacio de resistencia. Porque el paraíso es el
sitio donde está el amor y la poeta lo sabe. En uno de los versos más bellos
del libro escribe: el rostro amado reúne todos los rasgos presentidos. Para
Mariela si el amor es trampa, también es milagro… con emoción delicada escribe:
eres la belleza que sabe transfigurar.
En tu mano bailará un mapa insólito,
en las avenidas de esta ciudad que se derrite.
El alba sabrá ocultar su rocío
cuando nuestra sed sea descomunal.
La noche se tenderá vacilante sobre la hierba.
Nuestra única pulsión será hurgar en las faldas de la
tierra
y la besaremos
hasta la coyuntura de su humedad.
Esta estación florecerá como preludio del fuego.
El verano será el desprendimiento del ardor…
inventado para encontrar fuentes y accidentes hídricos
Poesía de esperanza, de nostalgias que van hilándose,
donde sobresalen versos magníficos de certidumbres y perseverancias…Cuando el
olor de los primeros florecimientos amenaza con evaporarse, tu faz no fue presa
de la devastación /tu cara no fue liquidada por la mano absoluta del tiempo.
La mano que amaste se ha disuelto en la nada
pero el rastro persistente de su tacto te hará caminar
Los rasgos del rostro que amaste se han fracturado
dejaron de ser tu santuario
para renacer como trazos intactos
del amanecer.
En Transfigurar encontramos el ser en su cotidianidad, un espacio donde los recuerdos siguen vivos, instantes donde se unen la bruma y la luz para enmascarar la inquietud diaria. Contemplamos el regocijo deslumbrante de la que escribe ante el hallazgo de la realidad por la luz, (el símbolo transfigurable por excelencia), La luz como lo único que posee la poeta en su indefensión contra la ausencia… Beber por los ojos el desgarro de la luz alucinatoria del atardecer… la embellecida quemadura testigo de tanta luz irreversible. También escoge el símbolo de la flor, donde se unen lo natural, el hombre y el espíritu humano; y se recrea el afán por el conocimiento de la naturaleza y de uno mismo…. sólo un cuerpo arde sin extinguirse. La flor azul, y la referencia es a Novalis (icono del espíritu romántico) y a su flor imposible. En los versos finales del poema que le dedicara, concluye: Tu desesperación es dulce sin saberlo, late dentro de ti /la voraz flor azul que tanto asedias. Mariela nos propone algo muy diferente a lo que nos había entregado el romanticismo. El yo, no se vislumbra desgarrado y sufriente, tampoco es la expresión de una búsqueda desesperada de la que depende su posibilidad de sobrevida.
La necesidad de que las cosas dejen de ser lo que son,
el deseo de transformar la realidad que conmueve por su belleza auténtica y a
veces trágica, es lo que está poesía plantea desde el mismo título, y aunque no
se incluya en la llamada poesía social o de denuncia, trae implícita una queja,
expresa la proyección de un futuro ideal, y el anhelo de una vida perfecta. La
poeta pone su mirada sobre aquello que observa y se juzga transformado en otra
cosa que no es lo suyo habitual, y ese es el país que ella ama, porque ahora la
única realidad transfigurable es la de la poesía, donde las cosas cambian a una
gloria incorruptible, esa realidad donde nada es lo que es y las cosas tienen
otra apariencia. En esa realidad donde vive el milagro es donde ella quiere
quedarse.
Porque allí donde mengua el sueño hasta la vigilia, la
voz poética de Mariela puede encarnar
el sosiego, apartar
los roces para que no se transfiguren en golpes y llagas, y puede lavar
la predestinada desolación y vestirla de gozo.
La flor de tu vida
tantas veces respirada
se marchita
pero tú
te conviertes en paisaje.
Lo transfigurable es eterno.
Tras la masacre enardecida
de la disolución
siempre
hay semillas en vuelo.
Sorprende encontrar en una escritora joven de este
tiempo un canto íntimo tan alejado de la dura realidad que se vive hoy. Aun
así, su poesía no entraña una utopía, en sus versos late la humanidad de la que
escribe y el reclamo de una existencia plena, donde estará su manera personal
de interpretar el mundo, nunca desde una óptica pesimista. Y esta verdad nos inspira, porque, así como
la transfiguración de Jesús señalaba a una resurrección, y fue un anticipo de
su vindicación, y de un futuro distinto para la humanidad, estará esta poesía
en su resplandor glorificado, en el ascenso de contemplación espiritualizada
del ser, plantando semillas de nueva humanidad. Porque la poesía es mudanza,
cambio eterno, bruma y luz, detalle de flor ardiendo, tiempo, tiempo
restaurado, un camino también de redención.
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