Íntimo. Un vuelo a lo innombrable. Odalys Interián Guerra.








Íntimo. Un vuelo a lo innombrable.


En Íntimo, el nuevo poemario de Ramón Perdomo, se presenta la palabra, justa, reveladora, apuntando hacia el silencio y la soledad. Aquí el poeta nos exhorta a seguir el verso en su candor de gota iluminada, nos lleva a descubrir de qué está hecho el extraño idioma de la poesía, y nos lleva a vivir el éxtasis que encierra ese lenguaje excepcional que conmueve con su verdad esencial. En el diálogo lo que instituye y determina con su respiración, con su sangre, con su sabiduría y muchas veces con su ingenuidad o ignorancia, porque todo ello, como decía Neruda: es lo que entra en el pan de la poesía.

Versos donde va abriéndose la flor de la palabra, la palabra que es múltiple como la vida, engendradora de mundos y nuevas realidades. Palabras alzándose en el horizonte como atalayas desde donde se puede contemplar el mundo. Palabras que recogen los anhelos y las ilusiones más profundas del ser humano y que son como el hilo que nos acompaña en el camino de ida a lo profundo del laberinto, y de regreso a nosotros mismos. Todo libro es un descenso a ese cosmos interior, un descendimiento a las honduras del ser. Cada texto ha de ser una validación de la individualidad, no importa qué tanto se aleje de sí mismo el que escribe, siempre dejará constancia de sus experiencias. 

La poesía es resonancia, es eco, es devenir. Porque entre la vida y la muerte, entre la soledad absorta de nuestro interior y lo abierto o sin fronteras, entre lo finito y lo eterno, en esa misma encrucijada, donde convergen el pasado, el presente, y el futuro vive la poesía. Poesía para aprehender el ser y la creación, para ahondar en esa inmanencia infinita y descubrir las nuevas realidades y el hombre.   Si con el lenguaje atestigua el hombre lo que es, con la poesía se funda el ser, ya lo dijo Hölderlin: la poesía es, inocente-peligrosa-comunicante.  No hay nada peor para un poeta que el olvido, ni cosa que anhele más que la perpetuidad. Permanecer, los poetas buscan quedarse de algún modo, colocan el lenguaje más allá del alcance del tiempo, y se olvidan que la voz pende de las horas muertas,  se olvidan, del tiempo marcado por el tiempo /del peso de la carne sellando los caminos para dejarnos vacíos y sin memoria.

La tristeza es una ruleta /retenida por las penas reencarnadas…nos dice el que escribe−, mi cuerpo no será cuerpo sino efluvio de otros días lluviosos /acicalados de tristezas y lágrimas. Sabe que está herido; pero jamás abandona ese afán de transparencia presentida, sigue en la búsqueda de una realidad poblada de música y silencios, llena de presencias, y de una absoluta soledad en comunión trascendente con el universo.

 

Nada es tan veraz

como la palabra surgida en la mudez,

cuando la razón destemplada

se abre a la voz de los sentidos.

Es ahí que la soledad

se hace eco de otras voces

que alguna vez fueron reales.

 

Escrituras de silencios y palabras que van en su rememoración, con un gesto indomable, sutil, con ese tono nostálgico, revelándonos el drama de la existencia: Porque estoy más cerca de los cadáveres que las hojas en el otoño… Porque hay heridas que humedecen las miradas y el hombre va con el pecho entre las piedras y ese olor a azucenas olvidadas, para dejar como rastro la eternidadEs su vida y la nuestra, son: la ausencia, la partida, los regresos, el sentimiento de pérdida que acompaña al hombre y la soledad tan necesaria como ruta de expiación y permanencia. El sentido de identidad está siempre en el entramado de la poesía, junto a las nostalgias y el deseo de libertad.

El olor amarillo de las culpas rodando /dan la impresión que regreso al punto de partida /donde los huertos eran sangre de nudos ancestrales /y el pan, hechura sagrada de la vida. El lector que se acerque a la obra de Perdomo, percibirá al instante la unidad de tono. No hay dobleces o simulaciones en busca de un decir abismado o grandilocuente. Se sentirán cómodos, aquellos que busquen la poesía que se recrea en el lenguaje, los que creen o reverencian la imagen poética, los que prefieren el diálogo con la intertextualidad o los partidarios de una expresión más intimista. El poeta con una voz intensa y personal, con sus meditaciones, nos ofrece, no una imagen parcial y tergiversada de sí mismo, sino depurada y verdadera. Estamos hablando de una poesía testimonial, que condensa toda la fuerza expresiva en la disección de un 'yo' único que parece romper el dogma Rimbaudiano de “Yo es otro”. El poeta persiste en su afán de ser el mismo, y no se trata de una pose y menos de una impostura, andar no tiene sentido /si los pasos van /sobre huellas ajenas.  ¿Para qué ser otro? −nos dice−:


Si el designio patentizó los sueños

como ola que rueda en la orilla

sin huellas ni senderos obligados.

Soy una ruta prohibida de las aves

cáñamo que cae al río.

 

La travesía existencial, resumida simple y simultáneamente en este libro.  El poeta en constante desafío frente a la palabra y la existencia, que resuelve sabiamente con esa lucidez de la expresión poética. Su universo lírico está salpicado de abrasadoras imágenes y serenas miradas. El verso como el viento que quedó pasmado bajo nubes de garzas tristes/ llamándole a seguir un vuelo a lo innombrable… y los años, −nos dice−, su fin es reducir el arcoíris en la tarde /llenar las pupilas de horas viejas y cerrarnos los ojos inundados de utopías. Los poemas se van abriendo al lector de manera cómplice, el verso logra una aproximación. Aborrecerse uno mismo, es estar sin rostroDesde una poética confesional y transparente, ofrece la admirable oportunidad de ese encuentro con la cotidianidad, donde a través de la memoria se puede acceder al conocimiento del mundo y de la propia poesía.

Hay una invitación en este libro a seguir las voces delirantes, y los espejismos únicos que posee la poesía…  Mientras van creciendo los espacios /deshabitados de aplausos… el poeta nos anima: pon los ojos en el alba /en la luna que nos canta /en el sol que nos muerde la piel…

acude a las horas que te esperan

con flores amarillas en las yemas de los dedos,

así la mancha del dolor

terminará borrándose.

Deja que el pasado sea una estrella fugaz

con ojos llenos de semanas infecundas.

Arroja los recuerdos para que rueden sin rumbo

con su destino al hombro.

Anda de la mano del minuto futuro

avizorando la sonrisa

filón de luz que se aproxima.

 

Si para George Herbet: La mitad de la vida se gasta antes de que sepamos lo que es; para Perdomo, la poesía nos salva de la ignorancia, y de la monotonía, su esencia reveladora nos declarará la verdad de las cosas. El poeta confiesa: si la muerte viene una vez, la vida, igual nace con ella… Sencillamente el camino es infinito /no hay luz al fondo de la vida /porque cada recodo/es un laberinto de tormentos multiplicando las angustias… Perdomo escoge la poesía, prefiere el verso que va con las manos abiertas, en su celebración.  Yo, jinete de mil caminos cabalgo al soplo del viento /enclaustrado en una realidad/donde el alma agita la cansada rebeldía. Sabe que la poesía posee la fórmula sagrada capaz de iluminar y transformar el mundo, y sabe también, que todo lo que se transforma suele salvar su permanencia, por eso escribe: 

 

Iré entre el polen y las hojas secas,

abandonando la rutina que me estruja.

Las mariposas serán el sendero del arcoíris

y mi ser, seguirá emitiendo versos insondables.

 


                                                                   Odalys Interián Guerra.










Odalys Interián (La Habana, 1968), poeta y narradora cubana residente en Miami, dirige la editorial Dos Islas, tiene publicado: Respiro invariable (La Habana, 2008), Salmo y Blues. Sin que te brille Dios. Esta palabra mía que tú ordenas, Atráeme contigo, en colaboración con el poeta mexicano Germán Rizo. Acercamiento a la poesía. Dónde pondrá la muerte su mirada. Aunque la Higuera no florezca, Te mueres, se mueren, nos morimos. Su obra poética y narrativa ha aparecido en revistas y antologías de varios países. Recientemente ha obtenido Premio Internacional ‘Francisco de Aldana’ de Poesía en Lengua Castellana (Italia) 2018. Y en el concurso Dulce María Loynaz, 2018 en la categoría Exilio. 

 

 

 

 

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