Poemas de Lidice Megla
Hoy los Cuervos Humo
Hoy los Cuervos Ceniza:
en sus plumas la selva sus gemidos,
Los cuervos hoy, son pulmones donde arde el corazón del mundo.
—Pira tiznando nuestro nombre—
¡Y yo, nada, yo nadie, impávida sigo aquí, frente al mar,
batiendo también mis palabras contra este tren que se marcha con mi boca:
Mi boca, torpe cruz de niebla revolcada en su propio lodo.
Yo nada
Yo nadie y aún, con agallas, sigo respirando mientras arde el mundo,
mirando desde la ventanilla este crepúsculo enfermo de fuego:
¡He aquí que estoy viva y nada es suficiente!
En este poema no pasa nada
En este poema no
pasa nada
salvo el sol, la lluvia,
la luz inquieta entre
las algas,
hombres, mujeres,
y el mar con el
ronquido de todas las resacas
fraguando en la
marea nombres que ignoro,
salvo el mío.
Mi nombre a contra
viento, es un portazo
en la oscura constelación
de todas las sangres,
un código que a
toda costa recibiré al final del laberinto.
En este poema no
pasa nada,
salvo el agua que
desde temprano infla a los cangrejos
bajo la arena esparcida
de nuestros restos.
Nudo
Me he anudado al fósforo en el que
transcurre el día,
a su maravilla volátil.
Como un licántropo chupo la luz.
La testa del cielo reflejada en el agua.
Todo es mientras somos sin parar
y el mar nos arrebata con su espuma el
nombre del viento
lo esconden los astros,
y quedo inmóvil, hojeando el día,
con el espíritu desolado de una cara
ante el grito de un páramo,
oyendo tu nombre…
Me voy a callar por
un tiempo enorme.
Irreverente de
palabras.
Último grito inasible,
rayo electro,
en la corriente de
la tierra
rugido,
remate de leona
milenaria parturienta, enmudeceré por eones.
Plantada,
al voto de silencio
tragando la ola
desbordante de la hora.
Ya bala en su errancia,
hastiada de la
angustia de la bulla,
callaré
estruendosa,
hasta que estallen
las vísceras de las casas
y los hombres
escuchen mi mutismo resoluto.
Silente por un tiempo
universal,
hasta que la ostra
de mi lengua
se constele al
mundo.
Insaciable de mudez,
superpuesta a la
que fui
me inundaré de lo
que contiene el mundo.
La lengua espantada hacia la floración del murmullo.
Paralela a la
tierra.
Vertical al verbo.
De un extremo a otro de mí misma,
me silenciaré la
boca,
arrancaré mi
corazón lesionado
y lo arrojaré ,
desde mi vientre, al pecho de los hombres.
Vacío
No desesperes
aunque arda,
acalla...
aúlla,
infinita
al pozo del adentro
¡levita perro
al borde del agujero negro!,
husmea,
retuerce,
jadea,
ofrece boca, tu mordida al vacío.
Has abierto la
fuerza de mis puños
Has hojeado el
libro de las líneas de mis manos.
Has tomado de mi
compuesto gris.
Te has mirado en el
loto de mi ser,
la amapola de mi
intimidad;
partícipe,
has presenciado el
momento en que surge la llaga:
‑el acto nos
hermana‑
Has andado conmigo
el camino que pasa por el filo del miedo,
del escarnio:
-el torrente de adrenalina nos amalgama‑
Has apoyado el
zapato en el hueco donde cavo y escribo,
donde pujo y me
desangro,
donde me abro y
entrego al mundo.
Te has sentado en
el charco de mi sangre,
en él muero y
nazco para darte el tejido de mis entrañas.
Has abierto la
fuerza de mis puños:
llevas el corazón de un poeta en las manos.
Reseña Biográfica
Lidice Megla (1968) nacida en Camajuaní, Villa Clara, Cuba. Residida en
Canadá desde 1999.
Licenciada en Educación, especialidad Lengua Inglesa. Máster en Traducción
(VCC)
Ganadora del Primer Lugar del Décimo Concurso Internacional de Poesía, “El
mundo lleva alas” 2018. Editorial, Voces de Hoy, Miami, Florida y Primer Lugar
del Concurso Internacional de Poesía “Arte con Palabras, Art Emporio, Miami.
Educadora, Traductora y Poeta. Miembro del Registro de Escritores Hispanistas
Canadienses, sus poemas aparecen en revistas y antologías internacionales.
Poemarios publicados, Tú la Bestia, 2018. Totémica Insular, 2019. Mujer
Sin Paredes, 2020.
Lidice vive con su familia en los Rockies canadienses.
Hermosos versos, felicidades, querida Lídice Megla.
ResponderEliminarExcentes tu poesia querida Lidice
ResponderEliminarFelicidades y Bendiciones