Poemas de Franky de Varona







ELLA

Pasó frente a mí

pasó dos veces

y nunca terminó de pasar

Y yo mirándola como quién ve

un milagro suceder ante los ojos.

 

 

 

El JUEGO DE LA VIDA

 

Jugar

el

juego

dejar

huellas

regalar

un

arcoíris

ser

árbol

y

no ceniza

Vivir

vivir

como

si

fuera

el

último

crepúsculo.

 


 

 

MAGNUN MENDACIUM

Ilusión de ser

infinito

grande

como un testamento abierto

 

Reflejarme

en las fachadas

los anuncios lumínicos

los balcones

las ciudades

los periódicos de la mañana

 

Espejismo abandonado

en los confines de la piel

siempre quimérico

gran soñador

 

Nada era

en eso de ser importante

de conquistarlo todo

como un tal Gengis Khan

sin consecuencias

 

En una historia

que va de costado a costado

se la roba la noche

siempre la noche

en su lluvia de infinitas lunas

 

Heme aquí

encadenado

solitario

taciturno

como el fuego de un cristal empañado

entre ideas abstractas

que se cuecen

como sombras chinescas

en las húmedas brumas

 

Y yo detrás de mis murallas

inventando mundos

inexistentes

imperios perdidos

en su grandeza

desmoronándome

como una sombra

que pierde su reflejo en la niebla.

 

Pensar en ti

trasciende los sentidos

me desborda

como un río de argento

que corre debajo de los arcos

del viejo puente

y nunca cesa en su cauce

de decir adiós

 

Llevándose los momentos

los desafiantes verbos

de la floresta

las asidas hojas que lánguidas

caen desde la soledad

 

Y siento el derroche

de amarte

desde la otra orilla

en el desvarío inmisericorde

del tiempo.

 

 

 

LO COTIDIANO

Caminar sobre los húmedos adoquines

de una pretérita calle

respirar el aire helado

de una urbe que adormecida vegeta

en sí misma.

Esperar un tranvía

en una estación cualquiera

que acaricia los rieles

en el solitario rocío

en las noches de Lisboa.

Acumular el tiempo

horas muertas que no vuelven

que tatúan sus huellas en la piel

del ermitaño

y se disipan en el laberinto

de las memorias

lejos de las tormentas

cercano al mar

en la oquedad del tiempo.

Lo cotidiano

el verdor del campo donde las uvas

sacuden sus frutos

cerca de los eucaliptos

en la nocturnal ventisca

Dos pastores y cien ovejas

una montaña

un castillo lejano

un acantilado

donde la tierra se despide de Sintra

y un faro lleno de turistas

y estrellas fugaces que viajan

en busca del infinito

ante la apacible complicidad

de los anaranjados tonos del alba.

El andar lento

de un pastorcillo descalzo

con sus manos crispadas

El caminar apresurado de la gente

calles vacías

llenas de consignas

Un gato en el tejado

que observa la noche

cómo en un haiku japonés

y se esconde del bullicio

el silencio gastado en el alba

Una ventana semiabierta

una sábana

donde culminó algún desliz

Una habitación en penumbras

es lo que queda como vestigio

de alguna otrora batalla.

Historias por contar

de una ciudad dividida

Un teatro que anuncia

algún ballet de San Peterburgo

Tres que en una barra

arreglan la vida

sus cicatrices

a fuerza de copas

saudades

y botellas vacías

Lo cotidiano

amores irreverentes

que aparean sus éxtasis

bajo la luna nueva.

La fatiga de tanta luz

en el suspiro del poniente

la brisa hereje que ciega la calma.

La agonía de un perro

que arraigado a su dueño

parte tranquilo en busca de otro umbral.

Un soñador que rasga en su guitarra tonadas de otoño

en su hostal de invierno

bebiendo en el Oporto de los recuerdos

vaciando sus despensas

ocultando sus tristezas

por un viejo amor

que atrás dejó su pueblo

y partió como una gaviota errante.

Lo cotidiano

Los vicios

la gente

los parques

los niños

los enamorados

los puentes.

Una mujer que acumula noches

en infinitas esperas

de historias frecuentes.

El vino que ahoga en su soledad

a un viejo

y su cansancio a cuesta.

Palomas que parten en busca

de nuevas plazas.

Un amor que resucita

uno que perdona

otro que fenece.

Una silueta que transpira

el color de las sombras.

Una tarde de junio

dos que se aman

y una herida abierta.

Lo cotidiano

el grito irreverente del silencio

en el color de las cosas.

 

 

 

Franky De Varona Hidalgo (La Habana, Cuba) poeta, narrador y ensayista cubanoamericano. Ha publicado los poemarios "Solitudes" (2015), "De Azares, Laberintos y Cenizas Rotas" (2016) "Las Gaviotas También Vuelan en Diciembre" (2017) De Varona está involucrado en su próximo proyecto; una nueva colección de poemas que saldrán a principios del año “Cristales Empañados” (2020), así como un libro de cuentos cortos y ensayos y la traducción de sus libros al inglés y francés. Participó con éxito en la Feria Internacional del Libro, Miami, 2017. Sus poemas han sido publicados en prestigiosas revistas literarias cómo Crear en Salamanca de España entre otras y en diversas antologías de América Latina y Europa como Las voces del Café, La Floresta interminable, La Habana convida, Impertinencia de las dípteras etc. Ha participado en el evento de la Franco poesía París 2016, también en el evento Parlamento Internacional de Poetas y Escritores en la ciudad de Cartagena, Colombia, orador principal en al onceno aniversario de la Tertulia Cuatro Gatos ante un selecto público y el alcalde de la ciudad de Orlando, Florida y numerosos eventos en Nueva York (2017) impartiendo charlas literarias a estudiantes en Hunter College), Francia, España, México, Costa Rica, Colombia, Orlando, Miami, etc. Ha sido galardonado en concursos internacionales de poesía obteniendo menciones especiales y premios importantes como la primera mención de honor en el Concurso Mundial de Poesía llevado a cabo en Seattle U.S.A. 2014 donde entre 29 países y más de 2400 poemas ocupó ese distinguido lugar, así como primeros lugares en concursos literarios en Argentina, España, México. Su trabajo ha sido publicado en muchos blogs y revistas y ha participado en numerosos programas de radio en Europa y América. Miembro de la Sociedad Internacional de Poetas y Escritores de América.

 


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