Poemas de Carlos Alberto De LA O Tapia






El alma de vez en cuando

siente hambre de silencios.

 

 

 

Donde el tiempo se ha roto

 

Hace tiempo

que una tormenta

se estacionó en los párpados.

 

La memoria

guarda un vino de sabor áspero

 y lo sirve cada noche.

 

Grita cerca de la ventana

 una gota

 la luz del relámpago

 pasea por los pasillos.

 Las cortinas están atadas

 con un par de suspiros.

 Afuera el concierto

 chapotea en las memorias.

 Las láminas se entonan

 y la lluvia lanza un acorde

 que hiere

 se ha escapado una oración

 a la misma hora de siempre.

 

El silencio: ese león ruin

que engulle las entrañas

y las escupe.

Esa procesión de rodillas

sobre un rosario de sollozos

 La fruta amarga

 que remedia el hambre

 de los vacíos.

 

 

 

Abro la tercera puerta

aún no encuentro la luz

la esperanza camina junto a mí

a ciegas toco su mano.

 

Cargo un grito que pesa

como grillete.

 

Pasan píldoras de esperanza

una garganta que se desgasta

hace cuarenta y dos días.

 

La cueva se reduce

tramo a tramo.

Ruge la fiera del silencio

dentro hay un festín

de demonios devorando

los miedos.

 

 

 

 

 

Se va la mirada descalza

se suicida sobre el primer cruce

antes del parpadeo.

 

Dos tragos

medicina temporal

mientras los nudillos

aporrean la mesa.

 

¿En qué hora

se cae sobre el fango?

¿Cuánto tiempo más

se irá en las sucias aguas

 una promesa?

 

Ojalá el alba

perciba los ojos

en cada esperanza.

Ojalá rompan en capullo

las crisálidas…

Ojalá llueven nuevas aguas

que borren la inmundicia. 




Mientras busco la paz

el caos me encuentra en cada esquina.

Ninguna guerra me importa.

ningún frente me forzará.

 

Busco en los instantes

la calma de un parpadeo

sobre la corola marchita

de la noche.

Bebo la gota de vinagre

mitigo la sed de la agonía.

Mientras persigo la paz

que escupe la serpiente.

 

El Ángel mira

es necesario pasar por el molino

y desgranarse

ser prensado por las masas

de recuerdos

filtrarse

extraer la esencia

y la sustancia.

 

La intriga ajena hiere como daga.

La presunción de los días cercanos

es un bisturí extirpando las entrañas

ácido calcinando lento...

 

 






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