Poemas de Ricardo Jesús Mejias
I
El silencio
es la música del poeta
y el blanco
el color donde navega.
El silencio
es blanco e ilumina
blanco es
el papel sin poesía
ambos deben
amarse
bajo el sol
y la lluvia
del poeta.
II
Los poetas
poco a poco
esculpimos
el silencio
sacamos de
sus entrañas
lo que
nutre y puebla
eso que
morará en los ecos
entre las
montañas
y los seres
eso que
pesará en los cuerpos
y quedará
en las almas.
III
Si uno
fuera una hoja
sin haber
estudiado las estaciones
y se dejara
caer
sólo con fe
ciega en el viento
si uno
fuera una hoja
sin haber
leído las nervaduras
y se dejara
caer
en
cualquier tiempo
disfrutaría
mas del vuelo
del no
saber.
IV
Y si fuera
ave
¿tendría
algún pasado?
lo digo por
la ausencia de las huellas
en el aire
porque en
el vuelo las sombras
lucen más
lejanas
porque
sería inútil llevar piedras
a las
nubes.
V
El beso es
danza
o deseo
o poema de
la boca.
La boca
menudo
espacio
para la
palabra.
Palabra
siempre con
trenes cargados
de los
soldaditos del alfabeto;
te espero
donde siempre
para
quebrar el silencio.
VI
En cada
burbuja desprendida del pez
va su
palabra
como las
nuestras
viajan de
lo hondo
hacia el
aire
y a veces
encuentran islas
como casas
y a veces
montan hojas
que las
llevan.
VII
Quien canta
por las mañanas
no hace
jaula de su casa.
No sabe de
techos
mas bien de
cielos
de largos
recorridos
de árboles
y ramas.
Quien canta
por las mañanas
sabrá donde
invernar
también del
escondite
de brisas y
sus ecos.
Quien lo
hace
sin ser
pájaro
lleva
plumas en la sangre.
VIII
La noche es
un pájaro
que nos
busca para redimir
la
distancia.
En su pico
lleva el alimento
necesario
y en sus
alas la certeza
del cobijo.
El día es
la rama
que se cae
y nos lleva
a tierra.
IX
Es mejor
escribir
lo que no se ve
lo que no
se escucha
lo que no
se siente
escribir
como ciego
como sordo
como
piedra.
X
Hay que
escribir sin paraguas
casi en el
aire
con ropa o
no para el encuentro
con nave o
no para el naufragio
lejos del
sitio de los caídos
de lo que
ata al polvo
de lo que
mira bajo.
Hay que
subir
hay que
empaparse.
XI
No somos
dueños de la casa que habitamos.
Mi casa
tiene vocación de pájaro
agita su
techo a dos aguas
y vuela;
alcanza la
estatura del sol
y con un
guiño de sus ojos
deja entrar
ramos amarillos.
Juegan las
nubes en el patio
y el verde
se enamora del azul.
El
carpintero toca la puerta
se oye sentenciar al cristofué.
Son los
sueños de la casa
que la
habitan.
Poeta y
narrador venezolano (Maracay, Aragua, 1968). Contador público egresado de la
Universidad de Carabobo (1996). Actualmente cursa estudios en la especialidad
de Lengua y Literatura en la Upel Maracay. Ha publicado los poemarios Poemas
del oficio y otros vuelos (Sur Editores, 2013), Iluminado en la sombra (Negro
Sobre Blanco, 2014), El Vocerío de los locos (Negro Sobre Blanco, 2015), Libro
de Percances (Negro Sobre Blanco, 2017), además del libro de microrrelatos
Cirque (Negro Sobre Blanco, 2014). Ganador del Premio Nacional de Poesía Delia
Rengifo (Caracas, 2011), del II Concurso Mundial de Ecopoesía 2012 (Tumbes,
Perú) y del Premio Nacional de Literatura Ipasme en la mención de Poesía
(Caracas, 2015). Además obtuvo el segundo lugar en poesía en el III concurso
por una Venezuela literaria (2013) y una mención especial en microrrelato en el
IV concurso por una Venezuela literaria (2014). Poemas y cuentos suyos aparecen
en numerosas antologías venezolanas e internacionales y han sido publicados en
el suplemento cultural Contenido del diario El Periodiquito (Maracay), el sitio
Las Voces del Silencio, la revista digital Letralia.com, la revista Astrolabium
de Argentina y la revista Hispanoamericana de Cultura Otro Lunes.
Vale la pena leer este poemario.
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